viernes, 1 de marzo de 2013

Sigue leyendo parte del primer capítulo de Requiem [Día 3]

Continuamos recibiendo fragmentos por parte de Lauren. Este es el tercer día en el que utiliza Twitter para dejarnos parte de la historia de Requiem. ¡Sigue leyendo!


AVISO: PUEDE CONTENER SPOILERS


-Cuanto más grande sea nuestro grupo, más seguros estamos- argumenta Tack.

Él se quitó su vellón y lleva solo una camiseta, por lo que los músculos de sus brazo deteriorados son visibles. Los días se han estado calentando lentamente y los bosques han estado viniendo a la vida. Podemos sentir a la Primavera llegando, como un animal agitándose suavemente en un sueño, exhalando aliento caliente. Pero hace frío ahora, cuando el sol está bajo y las selvas son tragadas por las largas sombras moradas, cuando ya no están en movimiento.

-Lena- ladra Raven. He estado mirando al principio del fuego, observando el rizo de la llama alrededor de la masa de agujas de pino, ramitas y hojas quebradizas. -Ve a ver en las tiendas ¿de acuerdo? Pronto será oscuro-.

Raven ha construido el fuego en una barranca poco profunda que una vez debió ser un arroyo, donde será algo que protege del viento. Se ha evitado la instalación del campamento muy cerca del centro comercial y sus espacios frecuentados; se ciernan por encima de la línea de árboles, todo el negro metal retorcido y ojos vacíos, como una nave espacial extraterrestre encallada.

En el terraplén a doce metros, Julian está ayudando a montar las tiendas de campaña. Está a espaldas de mí. También está vistiendo solo una camiseta. Tan solo tres día en la selva ya lo ha cambiado. Su cabello está enredado y tiene una hoja capturada detrás de su oreja izquierda. Se ve más delgado, aunque no ha tenido tiempo de perder peso. Ese es el efecto de estar aquí, al aire libre, a salvo, con ropa demasiado grande, rodeado de un yermo salvaje, un perpetuo recordatorio de la fragilidad de nuestra supervivencia.

Él está asegurando una cuerda a un árbol, tirando de ella tensa. Nuestras tiendas de campaña son viejas y han sido desgarradas y arregladas varias veces. No se quedan de pie por su propia cuenta. Deben estar apoyadas y colgadas entre los árboles y engatusadas a la vida, como velas al viento. 
Gordo se cierne al lado de Julian, observando con aprobación.

-¿Necesitas ayuda?- Me detengo a unos metros de distancia. Julian y Gordo se dan la vuelta.

-¡Lena!- La cara de Julian se ilumina, luego, inmediatamente, se apaga al darse cuenta de que no tengo intención de acercarme. Yo lo traje aquí, conmigo, a este lugar nuevo y extraño y, ahora, no tengo nada que darle. 

-Estamos bien.- dice Gordo. Su pelo es de color rojo brillante y, aunque no es mayor que Tack, tiene una barba que crece hasta el centro de su pecho. -Estamos terminando.-

Julian se endereza y limpia sus manos en la parte de atrás de sus vaqueros.




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